It’s hard to believe that in the passing of years even looks eventually dry up.
Para que dormir cuando puedes pasar tus horas de insomnio escuchando papel de estraza con un té frío delante sabiendo que la cucaracha de la cocina ya no se atreve a salir de su escondite sobrepasada por la fiebre kafkiana del terror a la luz fluorescente.
Podemos hablar de vendavales y se que, aunque no se mueva una hoja más de la cuenta, nunca bostezaré, escuchando como hablas de hombres perdidos en la calle, o tullidos, con falta de un hogar perpetuo sobre el que esconder su abrigo corroido que tanto te gusta perseguir; parapeteada detrás de un cristal de autobús vacio, roto y sucio, pero nunca más de la cuenta, para que formen esa combinación perfecta entre tu jersey negro y tus guantes rotos, que son iguales que aquellos otros, pero no esconden tus dedos, que roban lo que tocan a medida que se mueven, revolviendo cosas en lugares anónimos donde nadie se atreve a mirar porque da demasiado miedo un abismo conocido.
Y hace dos días un taxi parecía lo más parecido a un hogar; habitado por una nuca extraña que no era suave pero tampoco tenía el tacto de una estatua y las calles eran caminos inmóviles y mi cigarro una forma de extender el tiempo hasta llegar a tu casa y ver tus calcetines de rayas pegándose al suelo en un tic-tac sin fin.
Luego me siento en esta silla y recuerdo a todos los muertos en esta guerra de vida, los que se perdieron en otras vidas o los que descubrieron otras mejores.
Aquellos fantasmas que veías en la parte de abajo de esa casa tan perfecta; todo eso que decías en sueños y que guardo siempre para los peores momentos; el tablón en el que colgabas advertencias con fotos de los demás; ese martini amargo que se bebía de un solo trago; cuando yo parecía un ángel debajo de un techo a dos aguas mal colgado; el jersey que prometí regalarte justo antes de que empezaras a saltar zanjas y te perdiera la pista; ese pendiente perdido por despiste que colgaba de tu eterna oreja que tirita con el viento; aquel camino de barro en el que se me hundían los pies a las 9 de la mañana, justo después de pasar el puente, con la vista fija en la escarcha, esperando unas zapatillas viejas siguiendo mis pasos; ese coche de cinturones imposibles; aquel amanecer que nunca vimos porque me quedé dormida y luego no te desperté; esos pasillos eternos que nunca se acababan y ahora se multiplican en mi cabeza; esa camiseta roja que se parece tanto a la tuya, o a la de aquel, o a la de ese que camina sin rumbo; ese cigarro en la plaza fría, viendo como entra la gente que puede pagarse un sitio mejor pero que anda de lado y no sabe el secreto de los adoquines; esa plaza donde me hacen malas fotos mirando al suelo; esas ganas de vivir lo pasado y trasladarlo al presente, convirtiendo al futuro en un espejo imposible.
Me encontró por la estación
y me llevó a su apartamento.
Dijo algo sobre mi piel,
me abrazó
y yo cerré los ojos.
...............................
En parte fue mi culpa; en parte fue su forma de mirar.
Y esta inmensa decisión viene a mí,
viene a mí, viene a mí
y yo no dejo de fumar.
yo descubrí esa línea en tu espalda.
las manos dentro del agua.
y ahora se que puedo esperar un minuto,
o dos,
o mil,
con mis branquias bajo el agua.
Current Mood: and I began to walk with a shard of glass wedged in my soul.
1 Comments:
M:
Gracias
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